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AÑO XIII. NUMERO 4.082.
Jueves, 1 de febrero de 2001



William Hogarth, el abuelo de los "Spitting Image"

La Biblioteca Nacional reúne en una exposición a los artistas británicos más mordaces y los enfrenta a Goya


RAFAEL SIERRA




MADRID.- ¿Han oído hablar alguna vez del fino humor inglés? ¿Conocen los precedentes de los populares Spitting Image? Si quieren saber más detalles sobre la despiadada pero sutil sátira británica no hay más que visitar la exposición Hogarth y la estampa satírica en Gran Bretaña, inaugurada ayer en la Biblioteca Nacional.

La muestra, comisariada por Javier Docampo, describe con todo detalle las miserias domésticas de las clases acomodadas, los bajos fondos, donde corre la ginebra y las prostitutas despluman a sus ingenuos e insatisfechos clientes, las voraces reuniones entre políticos de distinto pelaje que intentan repartirse el planeta a dentelladas... Todo esto ocurría en la Gran Bretaña del siglo XVIII, pero si se realiza un sencillo ejercicio de abstracción es fácil encontrar paralelismos entre las situaciones de entonces en aquel país y las de hoy en cualquier rincón del mundo.

Está más que demostrado que los artistas evolucionan digiriendo los trabajos que realizaron los colegas que los precedieron y vomitando ideas nuevas. El caso inglés, lógicamente, no fue una excepción y se inspiraron en el modelo italiano para poner en pie su trabajo. Hogarth y la estampa satírica en Gran Bretaña bucea en los orígenes de este arte para toparse con obras de Leonardo Da Vinci, Carlo Maratti o Angelo de Rossi. En los siglos XVI, XVII y XVIII, los artistas italianos se relajaban en su taller ridiculizando a todo aquel que se pusiera a tiro. "Estos ejercicios le servían a los pintores para descongestionar la mirada, impregnada de santos y papas", explica Docampo. Leonardo, por ejemplo, dibujó unas memorables cabezas grotescas que han inspirado y siguen influyendo a un sinfín de artistas.

Los británicos, que tuvieron acceso a los dibujos italianos a través de grabados, perfeccionaron el arte hasta tal punto que incluso hoy, dos siglos después, siguen siendo, como Leonardo, un modelo para muchos dibujantes. El gran maestro de la caricatura en Gran Bretaña es, sin lugar a dudas, William Hogarth, eje sobre el que gira toda la muestra de la Biblioteca Nacional, montada con los fondos que conserva la institución.

Antes de que las caricaturas saltaran a las páginas de los periódicos -se exhiben ejemplares de London und Paris-, las estampas satíricas circulaban por los domicilios particulares para entretener a las clases más o menos acomodadas. James Gillray, Thomas Rowlandson, William Heath y George Cruikshank contribuyeron, junto a Hogarth, a divertir a su público y a cimentar la edad de oro de la caricatura británica con obras como Cortejo del alcalde de Londres, Los gustos de la alta sociedad, La herencia del libertino, El vicario de Wakefield, La cena de los caballeros de la orden del baño, Gran Bretaña intoxicada o los grandes en un burdel o El callejón de la ginebra. Los títulos son lo suficientemente elocuentes como para no tener que dar ninguna otra explicación.

Los artistas italianos lograron contagiar su pasión por la caricatura a los británicos y éstos, a su vez, al resto del Viejo Continente. En nuestro país, el mismísimo Goya se dejó influir por las mordaces estampas británicas -sobre todo por las de Hogarth- que habían adquirido algunos amigos suyos. Fruto de ese contagio nacen los conocidos Caprichos, una serie que Docampo enfrenta a algunas estampas del artista británico.

Coincidiendo con la exposición de la Biblioteca Nacional, que permanecerá abierta hasta el próximo 1 de abril, la Kunsthaus de Zúrich inaugurará el próximo 16 de febrero una muestra que confrontará la obra de Hogarth con la de Daumier, el dibujante que acribilló con su lápiz a la sociedad francesa.


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