Universidad de Cantabria

NOTA DE PRENSA

22 de julio de 1999


  • “La obra de Hogarth es fruto de su capacidad de observación y de que en aquella época Londres era el mejor laboratorio social del continente”

    El profesor Mantecón pronuncia hoy la segunda conferencia del ciclo paralelo a la exposición sobre los grabados del artista inglés

La obra de William Hogarth es fruto de su “capacidad de observación” y del hecho de que la ciudad de Londres era “el mejor laboratorio social del continente”. Así lo asegura el profesor de la Universidad de Cantabria Tomás Mantecón, con motivo de la conferencia que pronuncia hoy en el Paraninfo, a las 19 horas, dentro del ciclo programado por la institución académica para complementar la exposición sobre al artista inglés. El edificio universitario acoge hasta el 15 de agosto una colección de 154 grabados procedentes de la Calcografía Nacional, en lo que constituye la exposición más importante sobre el pintor de las organizadas en España.

Durante su intervención, titulada Los bajos fondos de la sociedad inglesa en tiempos de Hogarth, el profesor Mantecón repasa la literatura popular británica de las baladas callejeras y, más concretamente, el subgéneo las historias criminales, para analizar las series de grabados de Hogarth y comprobar en qué medida los personajes del pintor eran ficticios o reales. “El autor se caracterizaba por por una gran sensibilidad social y capacidad de observación; era un tradicionalista que solía asistir a las sesiones de la Gran Logia de Londres, y al mismo tiempo participaba en las reuniones de una sociedad libertina llamada la Sublime Sociedad de Comedores de Vaca”, explica. Por otro lado, la capital británica era una ciudad en un proceso de intensa expansión: la población de 250.000 habitantes de 1600 se duplicó al cabo de un siglo, para llegar a los 900.000 en los últimos años del siglo XVIII.

El conferenciante expuso algunas de las historias reales de aquella época, que permiten conocer la información que tenía el pintor al dibujar estos arquetipos sociales. “Los ejemplos de dos personajes, como Jonathan Wild y Jack Sheppard, que acabaron en la horca, o como Tom Idle, creado por Hogarth, ofrecen una idea del complejo universo social que era Londres, lo enormemente dinámica que era una sociedad tan joven, las alternativas que se ofrecían a muchachos como éstos para pasar de la nada a lograr acomodo económico y, de nuevo, caer a la nada o para convertirse en un héroe popular”. Según el profesor Mantecón, esto fue lo que le ocurrió a Sheppard, “visitado por aristócratas en su celda de Newgate, objeto de representaciones teatrales ya en su corta vida y retratado por el propio suegro de Hogarth, Sir James Thornhill, en el domo de la catedral de St. Paul”.

En opinión del historiador, estas experiencias vitales desde los bajos fondos de la sociedad londinense muestran los enormes contrastes existentes en la próspera capital británica, con una joven población, una baja esperanza de vida (por debajo de los 37 años) y una muy polarizada jerarquía social. “Londres ralojaba una sociedad muy dinámica, llena de contrastes, capaz de consumir junto a los relatos de Defoe, Swift, Mandeville o Huntcheson, los grabados de Hogarth y las baladas callejeras y panfletos de todo tipo”, asegura. Durante el siglo XVIII, la ciudad recibía 5.000 nuevos habitantes cada año. Estos inmigrantes no sólo reponían aquellos jóvenes que devoraba la ciudad, sino que engrosaban los barrios más populares de la urbe, precisamente aquellos que alojaban a gentes como Wild y Sheppard, junto con irlandeses, escoceses, galeses e inmigrantes rurales.

El profesor de la Universidad de Cantabria presentará algunas de las más conocidas historias criminales populares de las calles de Londres en la época en la que el pintor grabó sus más famosas series, y glosará la evolución de dos personajes de la serie Industria y Pereza, Tom Idle (Tomás Perezoso) y Francis Goodchild (Francisco Buenchico), con los que Hogarth muestra dos itinerarios de vida conducentes al fracaso y al éxito, respectivamente, en la sociedad londinense.

“El personaje de Tom Idle no tiene una lectura tan obvia como pudiera deducirse de una observación precipitada de la serie de 1747”, explica. Se trata del aprendiz que sigue una trayectoria antisocial y acaba en la horca. Sin embargo, tanto él como el “aprendiz diligente”, Goodchild, eran tan “genuinos productos sociales londinenses” como los 1.242 jóvenes que fueron ajusticiados en alguna de las entre cuatro y ocho jornadas anuales en las que se celebraban las ejecuciones. También lo eran el propio Hogarth, un personaje tan esquivo como Defoe o Swift, como los propios Wild y Sheppard o como el impresor Aplebee. Este último era capaz de editar las famosas obras de Johathan Swift, al tiempo que textos fúnebres y los panfletos con que Jack Sheppard, después de su última fuga de la prisión de Newgate, ridiculizaba la seguridad de las prisiones británicas y satirizaba a los guardias que le habían custodiado allí.